Biografía:(La Paz, 21 de septiembre de 1913 - íbid. 21 de mayo de 1999) Fue una poeta y novelista boliviana que se consagró como una de las figuras destacadas del posmodernismo hispanoamericano, movimiento literario en que sitúa su obra de madurez.Hija de J. F. Bedregal, uno de los grandes representantes del modernismo en su país, vio publicado su primer poemario (Naufragio) con apenas veinte años. Cursó estudios de arte en la Academia de Bellas Artes de La Paz, a la que al cabo de unos años habría de regresar como docente, para impartir clases de escultura e historia del arte. Poco después obtuvo una beca de estudios en el Barnard College de la Universidad de Columbia (Nueva York), al que se incorporó en 1936.A su regreso a Bolivia ejerció la docencia en la Academia de Bellas Artes y en la Universidad Mayor de San Andrés, donde impartía clases de estética. Su pronta actividad literaria no tardó en valerle un merecido reconocimiento y una gran popularidad en su país, debida además en parte a su actividad diplomática, hasta el punto de ser conocida con el apodo de "Yolanda de Bolivia".Su obra lírica puede dividirse en tres etapas. En la primera, cuyo mejor exponente es Naufragio (1936), predominan los versos explícitos y objetivos, que exploran algunos sentimientos comunes al ser humano por medio de un lenguaje claro y preciso.En una segunda fase se dejó seducir por cierto simbolismo, como queda patente en Poemar (1937) y Ecos (1940), este último escrito en colaboración con su esposo Gert Conítzer, otro excelente poeta, de origen alemán, que tradujo a esta lengua todos los versos de su compañera.Finalmente, entró en una fase que podría clasificarse de "religiosa", que se manifiesta en la presencia en sus versos de una especie de destino oscuro al que parecen obedecer todos los hechos del mundo. Dentro de la extensión infinita de este destino incierto, la soledad aparece como un fenómeno inherente a la condición humana. El poemario Nadir (1950), una de sus obras maestras, se situaría en esta etapa.Además, fue una minuciosa compiladora de varios de sus contemporáneos con la Antología de la poesía boliviana (1977), que le sirvió de material durante largo tiempo para ejercer de conferenciante por América y Europa, labor que compaginó con su destacada carrera diplomática.No fue hasta 1971 cuando la popular poeta abordó la narrativa con su novela Bajo el oscuro sol. De carácter neorrealista, este excelente relato se ubica en una La Paz sacudida por movilizaciones sociales. En medio de las revueltas callejeras, una bala perdida acaba con la vida de Verónica Loreto, protagonista cuya singular peripecia es reconstruida por el doctor Gabriño.
Sus poemas:
1. Elegía humildeUn auto ha arrollado a la vieja sirvienta¡La pisó como una hoja!Era una flor del campo, toronjil, yerbabuena.En la casa hubo duelopor su muerte de plata.Esta mujer oscura de noble cepa aymaraendulzaba la vida de seres y de cosas.Llena está nuestra infancia de su imagende Mamita Copacabana;debajo de su manta de castillasiempre traía la sorpresade frutas, empanadas o juguetes.¡Ay dulce abuela nuestrade las macetas y del canario!Tendida en su mortaja,con unción le besamos las santas manos toscasquietas por fin del cotidiano afán.Parecían avergonzadas del reposo;dos angelitos blancos bajaron a cubrirlas.Su nombre era Mama-Usta, y nada más.Las hadas humildes sólo tienen un nombrepero es varita mágica de gracia y bendición.De la mano llevaba a mi padre a la misa;la conocieron los abuelos y bisabuelos.Era lazo entre el ahora y lo perdido.Todo lo daba, todo, su bondad y su alegría,el cobre de la dádiva, el óleo del consuelo.Cual sombra milagrosacolmaba de manjares la olla de cada día,y con agua y con sol daba celajesa los visillos y manteles.Ella prendía el fuego del hogar.Un auto la ha matado. ¡Ay, Dios mío!Su frente estaba heriday su cuerpo, nunca tocado,salpicado de barro.Cuando llegaba al cielo,con un solo zapato, la falda desgarradaun coro de jilgueros le cantaba aleluyas.Con humilde inocencia, debió de imaginarque era fiesta pascual para nosotros.- ¿Como para ella el aleluya?¿Como para ella nuestro llanto? -Sencilla y limpia entró en la gloriacuidando todavía la canastapara la cena de hoy.Nuestra Mama Usta ha muerto.¡Ay canario, ay macetas, patio y agua!2. ResacaCuando ya la resaca deje mi alma en la playa,y del arco agobiado de mi espalda se vayael ala cercenada, cual vela desafiante,en cicatriz y estela prolongará el instante.Quedarán vigilando, símbolo intrascendente,dos pobres ojos pródigos y una mendiga frente.¡Catacumba de agua, amor! ¡No me conoces!Ni nadie nos conoce. Sólo hay fugaces roces,desencuentros, en la prieta mudez de encrucijadas.Expían su demora presencias nunca halladas.No son cruz ya los brazos ni altar para holocaustode salvajes ternuras. Con su claror exhausto,un sol desalentado ahonda los abismos.Somos polvo y lucero, todo en nosotros mismos.Para esta elemental ceniza taciturnasea la inmensa lágrima del Mar celeste urna.
3.Ojos para el llanto ajenoDéjame llorar el llanto de todas tus soledadesy de todos tus cansancios.Siempre he llorado abandonos y pena de los demás,mi amor nunca fue mi amor.Siempre fue cubrir heridas abiertas por otra mano.Mi vida nunca fue mía.Cada vida es algo mía, yo soy de todas las vidas.No será mía mi muerte.¡Ni eso tengo sólo mío! Todos se mueren en mi…sólo lloro el llanto ajeno y el dolor de los demás.Has de olvidarme mañana, lo mismo que él me olvidó.Tengo en mí, sino de madre;todos lloran en mi falda y yo siempre lloro sola.¿será que rechazo al hijoeterno que duerme en mí y su lamento obstinadoes un gong de negación?Lloro por todos los hombres en cansancio y soledad.¡Nada es mío! ¡Nada es mío!Ni mis ansias, ni mi hijo, ni mi vida, ni mi amor.Sobre el sordo Cosmos llorocansancios y soledad.4.Al hombre sin nombre la mujer eternaMe llegaré al altar del hombreen ofrenda de huida y rebeldía.Hombre de ahora y de siempre,abre tu mano a recibirmey levántame al cielo como una hostiaaunque soy sólo pétalo de lágrima.Hombre nuevo y eterno,escúchame.Sobre tu pecho rotollamo y clamo.Mi palabra golpea—obsesionante ala obsesionada—contra las sienes.Mi palabra del gritote taladra la frente,sangre de luz de la heridabautizará por un instante,hombre frágil,a la mujer eterna.Eterna como el sueño fugaz.Yo te miro sin ojos desde siempre.tú me llevas en ti desde que existes.Si antes no lo sabías,ahoraya no lo puedes olvidar.Yo he crecido en el marsobre una ola que se alargópara volverse tallo.En ese tallo de agua limpiahe subido a mirar a los ojos de Dios.Ahora me inclina un hálito a tu mano,y estoy en ti como la mujer muertapor la que todos los hombres han llorado.Tú también has lloradopor tu hija, por tu madre,por la mujer eterna de cuya muerte vives.Ya no lo puedes olvidar.Cuando tus ojos caminen en la sombra,sentirás todavía por el cuerpouna dulzura amarga y tibia:beso en las palmas juntasy una paloma que huye de tus dedos.Con mi cara de piedrayo estoy en la otra orilla.Existo para ti en este momento;y para mí no existoporque soy más que eterna en cinco letras.En el altar de Hombre fuerte como la vida,hombre de hierro y hielo,metal, sangre y espíritu,cae la ofrenda íntegrade la mujer lejana.Mujer de canto y llantoeterna como el sueño.5.Juan GertMi sueño se hizo dulcemente cal.La bóveda perfecta de tu cráneoenclavada en la mariposa de mis huesoses frágil tulipáncoronando las alas abiertas de la pelvis.Sacas el molde al mundoen mi cintura breve;recogido y devoto como un rezo,hilas con mi sangre el Universo,hijo mío.Creces dentro de mícomo en vaso ritual.Por ti conozcola humildad de ser la tierra fértil,por ti el orgullo del vital milagro;por ti soy urna bíblica,por ti soy comunión y penitencia.Por ti la muerte en su medalla acunaperfil de piedra en querubín de niebla.El vivo tulipán de tu cabezasaca de nuevo el molde al Universo.6.Alegato inútilCada día tenemos más salobre la saliva.La migaja se crispaante la entornada puerta del perdón.Cada día se saltan a las uñaslos dos niños morenos de los ojosque fueron ángeles despiertosa celestes honduras.¿Con qué habrá de rematar el alegatoque está y en el tope del sollozo?Cada hora se ha hecho vorazcomo engranaje de colmillos;los pasos se han desacostumbradoa la caricia de la grama húmeda;el aire avanza granizado de saetas.Conduélete, Señor, a ti clamamos.¡Así tu mundo tambalea!No somos Job, oh Padre; ¡no te tornes padrastro!¿Acaso estás enfermo, o te pudrescon este vaho que te sube desde nos?No te tornes padrastro, buen Dios.Sonríe una vez sobre tu Hechura.Regresa a tu niñez de Primer Díacuando soplabas burbujas de colory te brotaba de las sienesboscaje y pleamar.Eras entonces sin arrugas,y era tu barba de cristallira entre los dedos de la luz.Sonríe, Padre, sobre el Libro mancillado,y todos en Tu nombreescribiremos PAZ.La simple trinidad de una palabra:bandera universal para soñar;hostia de comunión para construir;extremaunción para vivir.Perdona, Dios, esta mi turbia arena...7.Salada saviaPadre mío, el invierno –espada de tu muerte–sus varillas de hielo sobre mi pecho inclina.Crujen las hojas secas en desolada sombraal filo del minuto que te arrancó a la luz.Ya no hablaremos nunca del verdeciente pinoaunque giren los meses hacia la primavera;yo veré conmovida hundirse contra el cielola erguida copa oscura, y ya estarán tus ojosperennemente mudos en el carbón azul.Se esponjarán los días, descenderán las nocheshacia asoladas playas del Siempre y del Después,más la salada savia del amor está heridaal filo el minuto que te quitó de mí.Contigo platicamos del trino y la gavilla,del papel y el amigo, la reja y la parábola,del agridulce zumo en el cristal humano.Fraternales rondaban por tu voz de maestroSan Francisco de Asís, Don Quijote y Jesús.Padre mío, en las horas del hogar apacibledevanamos la lana del cotidiano afán;y siempre tu sonrisa tendía el hilo de oroque bendecía el agua y suavizaba el pan.Presagio de ventura, flotaban nuestros nombrescon halo de alegría si los decías tú.Hoy me duele hasta el nombre que tú ya no pronunciasy me pesan las manos tendidas hacia ti.Tus ojos amparaban la senda de mi verso.Mi infancia en tus rodillas todavía mecíala muñeca de trapo que el tiempo sepultó.Ahora me llueven años por cada hora que faltas.Nuestro pino ha llorado hasta su último espino.Aúlla la madera de su sillón vacío;los platos en la mesa tienen sonido ha roto;las pisadas resuenas indagando algún eco.Esta salada savia del amor se hace nieblaal filo del minuto que te llevó a la luz.8.HolocaustoOh Cristo, yo quisiera de tu augusta cabezadesclavar los espinos; endulzar tu martirio;darte mi adolescencia como incienso en delirio;alabándose en salmos, restañar tu tristeza.Te volcaría en mi alma con la dulce certezade corporal expolio a cabezal de lirio.Me inmolaría entera como ala sobre cirio.El humo, en holocausto de mi cuerpo ofrendadoempapada en perfume la esponja de la hiely, unida entre llaga, mi vida en tu costado.La culpa redimida y el mundo sin pecadoa la última palabra de Dios crucificado,urgiría con rosa de amor tu humana piel.9.NacimientoUltimo día del invierno y primero de la primavera.Ultimo día de la tibia tiniebla de la entrañapara entrar en la fría luz del mundo.Yo estaría madura de la sombra, de la nada,del amor: madura de la carne en que crecía.Y asomo mi cabeza con un grito:flor de sangrante heridacúspide lúcida del dolor más hondojubiloso momento de tragedia!Mi madre habrá tenido sus ojos, lacrimosa,a la semilla de las cruces.Nadie pensaba entonces que relojesde cuarzo o girasol la esperarían.Al vórtice de esta hora, cuantos muertoshabrá resucitado en el vagidoque tenía la alcoba de luz verde.Yo habría de cumplir cuantos designios,tendría que repetir la máscara de algún antepasadoquién sabe la ponzoña de su alma, o su nobleza;realizar sus venganzas, restañar sus fracasos.Venir de la resaca de unos seres lejanosque se amaron un díaque se encadenaron con la vidaser argolla más de esa condena.Saber que somos frutos de un punto de alegríay ese germen, ¡Dios mío!desde qué grietas sube, de qué simas?De la tibia tiniebla a la luz fríahendiendo vida y muertela frágil levadura su eternidad mordida.
10.RebeliónMiraba yo la pampa inmensa soñando con el mar.Miraba yo la pampa tensa, tan alta, tan serena,tocando con el cielo su frente de cristal;un acorde de grises y violetas su manto,que altura en la belleza!que altura en la belleza!que majestad estática en el día altiplánico!De pronto un niño llora.Entre la paja brava, con su ponchito viejollora un niño. Por qué?Quién sabe...El indio aymara se lleva el grito en su raza,y su clamor innatodesgarra la serena nobleza del paisaje.Un niño, un llanto humano es una herida abiertaque ensangrienta este mundo.Tiemblan y se estremecen los monolitos míticos:se rompen y entreveran los caminos de paz.Hay maldad en la tierra.Arde lo que era de hielo.Las palabras suaves se crispan en los puñosdesafiando al relámpago.Corro sobre la pampa desaforadamente;me quema el corazón como una brasa.Hay maldad en la tierra, hay injusticia.Quizás más lejos halle la bandera que busco.Quiero la gleba abierta con sus labios de surcoscomo un libro de música.Quiero que se calme este llanto de niñoque es llanto del mundo.