Biografía:
(Cusco, 2002). Estudiante. Admiradora de la poesía de César Vallejo. Escribe desde los catorce años, también cultiva el dibujo y pintura.
Sus poemas:
La Negra come cartón 

Soy Luna que cuando reniega come cartón, 
la mantita que no abriga, 
las medias delgadas que usas en una ocasión.

Soy tu abrigo, a las 6, que dejas al borde de la cama,
y que resbala, siempre resbala,
la sábana que no cubre el colchón porque la dejaste olvidada en aquel cajón.

Soy goma seca inservible,
silicona seca inservible,
pedacitos de periódico que quemas, retazos de papel que no sirven, 
desechos, eso soy.

Soy aguja que se rompe al coser,
el remache que no das al terminar.
Tela deshilachada, cortada, deshilachada,
guardada, guardada y olvidada.

Soy un florero, sin agua ni flor,
cenicero de concha de mar, 
sin cenizas, que está ahí en el rinconcito de la vitrina.

Soy un gato negro huraño, que explotó y ni siquiera voló,
se hizo cenizas y ahí quedó.



Mejillas rosadas

¡Por qué la recuerdo tanto!
Si no fuimos, ni seremos
ni tome de su mano, 
mucho menos le di un beso, o rocé sus cabellos.

¡Tumbo, cómo he de sepultar lo que siento!
Si ni siquiera puedo asegurarme de que la conocí;
porque muy bien puede, solo, imaginarla cerca de mí.

Te pierdo, y me pierdo,
te busco, y me busco,
y no te encuentro, y ni me encuentro.

¿Dónde estarás?;
a quienes les sonreirás,
y con mas nostalgia, a quiénes amarás.



¡Ahí vamos César!

No te quiero, ahora estás ausente,
no te pienso, pero más tarde anhelaré verte.

Y siento que nada sientes,
y es que andar de la mano no es comprometerse.

Que un beso en la frente no siempre es protección,
y que los ojos mienten aun viéndose directamente.

Y se duda de las palabras y los hechos;
porque el mentir es el pan de cada día, 
ese que no se nos quema en la puerta del horno, señor Vallejo.



Tumbo en San Blas

Los pájaros cantan, y no son las cinco.
Esto está estancado, no vamos a ningún lado,
¿Cuán importante es ir a algún lado?

─Cuando este en un escenario te avisaré, 
cuando compre una guitarra te avisaré, 
si entro a la Leandro te avisaré─ dijo aquella mañana.
─No lo harás─ respondí con el corazón a medias.

El chocolate te hace sentir bien,
quiero llorar, el llanto me hace bien, 
lágrimas limpian mis ventanas.

Ahora no, 
escucha las llaves estando solo.
Nunca hay silencio Luis;
incluso si tapas tus oídos escucharás la sangre recorrer,
el respirar, y los latidos acelerados.

Y el reloj iba con el tictac, 
Manzanilla está mejor desde que le quitaron las pilas.
─Tendré que verte de nuevo para devolverte el cuaderno─ dijo tristemente.
─No es necesario, puedes quedártelo.



Triste 

Triste la lluvia,
triste el cielo,
triste tu sonrisa,
y la alegría.
Triste la mañana
y el pan con mantequilla,
y el café cargado.
Tristes las hojas secas
y la avenida,
y la ausencia de despedida.
¡Y triste está la tristeza!
Triste me siento al no tenerte cerca,
al no tenerte Papá,
y la certeza de que nunca te tuve 
es aún más triste.

manergo

Por manergo

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