Biografía:
(Bilbao, España 2002). Creció entre animales y el campo, aprendió mucho de lo que a día de hoy le sigue emocionando, la agricultura y la poesía, por ello todos sus recuerdos vienen del mundo rural. Comenzó a escribir muy joven y pronto empezó a recitar en Bilbao. Estudiante de Educación Social, comprometida con la transformación social y el arte, porque cree en el cambio, en el avance y en la inclusión social de las personas. Trabaja como profesora de Yoga impartiendo clases y talleres. Además, forma parte de la dirección de la asociación cultural y artística Imaginautak, una tribu de artistas de distintas disciplinas donde comparten, se hacen sinergias y se apoyan. “Vivo haciendo malabares con los tiempos, y si creo en algo, es en los cuidados, el deseo y el amor”.
Sus poemas:
Surgir para sanar

Surgimos del fuego inquieto.
Materia y versatilidad.
Memoria, esfuerzo,
una existencia proyectada
en el resto.

Porque cuando desaparezcamos,
no será el espacio
ni el tiempo
quien nos recuerde.

Qué nos define
si no es la intencionalidad,
la temporalidad inquietante
de los pasos trazados en
otras vidas.

La clandestinidad de los silencios
atrapados en el pecho,
intentando conjugarse con
el acto de sobrevivir
en toda esta historia
que conmueve
y punza a la vez.

A veces inventamos verdades
no escritas
para poder dormir,
sin saber cómo
vamos a despertar.

Hablo del despertar
de la corporeidad,
de la densidad tallada
entre las manos,
del aullido que surge de
los bronquios tras
la apnea,
de la que ocurre
en el vientre después
de la pérdida.

Cuánto cuesta el
acto de sentirse viva
de manera consciente
en esta realidad inocente.
Seguiré aquí,
jugando a tejer vidas
y cuerpos para sonar
la raíz que nos une,
que nos envuelve en
este dese implacable
de querer seguir
descubriéndonos,
para sanar,
sanarnos.



Algo de descuelga para sanar

Intento dormir mientras pienso
en la posibilidad de otras realidades,
las que no llego a sentir.

Cuál es tu tormento,
el mío:
aprender a alcanzar
con mis brazos lo que
pueda,
sin perderme.

Contemplo lo que no llegamos
a nombrar en el murmullo,
en la quiebra
y en el sostén.

La luz de casa hoy es grande,
y las bestias salían a saberse vivas
mientras yo meditaba sobre
el desarraigo,
también en el pensamiento de
no tener nada que mostrar.

Pienso a veces que ojalá
encontrar nudos internos
fuera tan fácil como lo es
encontrar dos raíces amarradas
bajo tierra.

Algo se está descolgando por dentro,
como un nido que
se deshacen
y que vuelve a su existencia primera
es decir,
volver a las ramas y al barro.

Quizá sea mi estómago el que
está en proceso de reconstrucción
o la tráquea,
o el vientre.

No sé cómo acabar este poema,
sin pensar que vuelvo a llegar tarde,
pero quizá esta vez llegue a tiempo
para sostenerlas, sostenernos,
sostenerme.

Nuestra existencia jamás deberá
ser apreciada desde
el espacio que llenamos.

La existencia siempre estará
proyectada en el amor
hacia el resto.
No es fácil aprender
a querer bien,
sólo un animal nace desde
el máximo agradecimiento
y lo mantiene de una manera brutal.

Las mujeres del campo
intentaron enseñarme a
querer bien,
hablo de las que se nutren
de la propia tierra y de las
que mientras,
alimentan también las bocas
de los desconocidos.

Hablo de las que tienen
el corazón bien amarrado,
y el cuero cabelludo quemado.
Me enseñaron mujeres que
esperan a escuchar cómo
se estremece la tierra.

Quiero desnudarme,
yo sólo quiero desnudarme
y no sentir vergüenza,
sentir la sed e imaginar
mi cuerpo lleno de matojos
de siemprevivas,
y recordar de repente
todos los cantos del lavadero.

Y si ciertos segmentos de la
sociedad quieren que volvamos
a los lavaderos,
diremos que seguiremos
luchando para acabar
con las mentes reduccionistas
con nuestras manos
y que daremos comienzo
a la única revolución posible:
la del amor, la memoria,
el avance y los cuidados.



Me deshabito no sé si más o menos de lo que me
gustaría


Deshabitar la casa,
después el cuerpo,
a diferente velocidad
todo.

Calibro entonces el
impulso con el que
se puede arrancar
el latido,
el gemido,
la ausencia.

Resurgir
después del valle,
resurgir de la esquina
del pecho,
renacer justo donde
nacen los ciervos,
renacer del silencio
y rugir.

¿Se puede acaso,
desenterrar la amnesia
y volver a recordar
el tacto?
Dónde estamos ahora,
dónde reside el amor.

Dónde está el mar ahora,
los marineros.
Dónde reside la memoria
y dónde los olvidados.



Siempre vuelvo al olivo

La luz cayéndose,
la apertura del cielo
y el cierre de los
brazos ante el frío.

Recojo con los dedos
los restos de los nidos
que nos habitaron
y rezo para que la palabra
te alcance y que puedas
agarrarte a ella.

De mientras,
los cuerpos inermes,
los silencios amontonados
las aguas sostenidas,
las casas vacías,
y las lenguas,
las lenguas húmedas
y las hiedras,
las hiedras trepando
por los cuerpos.

De mientras el olivo
crece en silencio,
y ruge a veces.
Y cuando no sé de
dónde vengo,
vuelvo a él,
a entregar lo que
los ojos no ven
pero algo de dentro
siente.
Comentarios:
La poesía de Dafne, es reflexiva, conecta con la naturaleza y el hábito humano de una manera muy particular, llevando al lector a un cuadro excepcional.
Su estilo logra un viaje hacia el interior, donde los versos se convierten en raíces que buscan tierra fértil para crecer y sanar.

Tomás Las Peñas
(MCI Ergo Argentina)



Bastantes conectores, como decía Hugo Mujica “que sobra ahí” y agregaba menos es más. Coherente con su biografía su trabajo poético. Uno habla de lo que conoce y ella transita entre el camino, la tierra, las raíces y el descubrimiento esa búsqueda para sanarnos.

Miriam Leiva
(MCI Ergo Chile)

manergo

Por manergo

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