Biografía:
(Puebla, México 1995). Actualmente es estudiante de Psicología en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Ávida lectora desde su infancia comienza a escribir diarios y conforme registra su evolución personal, nace también su trabajo literario en cuento y poesía. Graba y publica el podcast de Spotify “Lía leía – poesía” donde da voz al trabajo de otros autores y el propio. Ha publicado su trabajo en revistas independientes de literatura y participado en recitales de poesía en su ciudad. Dirige el círculo de lectura para mujeres “leemos juntas” desde 2020 y cree firmemente que el propósito del arte es sanar y acompañar en cada momento de la existencia.



Sus poemas:
Despertar al rosario en altavoz

No. No soy nieta de las brujas que no lograron quemar.
Más bien de mujeres
que veían al cielo
rogando porque su eternidad fuera mejor
que sus pies en tierra
y los suplicios que una vive
irremediables ineludibles.

Nieta de quien se abrazó a la cruz cada noche
para rezar por sus hijas y nietas
que visitaba la iglesia del Santo Rosario
y se vertía
y vaciaba sus ojos
frente a la imagen esa, fortísima
del Cristo inmolado en una caja de cristal.
Nieta de la soprano que cantaba en el templo
y a todos hablaba de redención
con dibujos de bifurcaciones.

Soy nieta de ellas,
que como yo
anhelaron vida eterna.
Ellas en el cielo,
Yo en la memoria.

Y las tres deseamos lloramos cantamos gritamos
nos vertimos
anhelamos
que haya más que cuerpos que se pudren
y alimentan gusanos. 



Hora incierta

Una puede transparentarse,
despacito.
La mirada un día ha de permanecer fija
cristalizada, vidriosa
superficie de un lago en calma
y solo un ocasional parpadeo
seguido de un suspiro profundo.

Cuando la vida se me esté deshaciendo
y sienta disolverme bajo la regadera
y fluya
y me vaya por la alcantarilla,
cuando haya presagios claros
de un pronto final
entonces,
espero que ya no duela
que todos al recordarme, digan:
eso era lo mejor,
esa era su hora
ya no sufre,
ya no llora.

Pero esto no llega a placer.
No hay forma de decir:
Ya era hora.



Señal de auxilio

Te escribo una carta y,
ridícula y minúscula,
recuerdo que eres océano
y yo, 
náufraga enloquecida,
no me canso 
de escribir en la arena
esperando 
que algún omnipotente amor
pueda leer
mis señales de auxilio.



Jauría

¿Y ahora quién va a pagar mis deudas?
¿Quién va a recuperar mis carnes
que han quedado entre los dientes
de las lobas y sus fauces?
¿Quién va a contar las gotas de mi sangre?
Pequeños rubíes en tierra
desperdigados
en las garras de la jauría 
que me llamó un día
y me dijo
camina entre nosotros
aprende nuestras voces
afila tus garras 
usa nuestras miradas como tuyas
y pela los dientes frente a todos
hazlos huir y persíguelos
muerde sus lomos 
y desgarra sus pieles
y bebe sus sangres

Me enseñaron a andar con ellos
y cuando corrí sola
me alcanzaron
mordieron mis lomos 
y me devoraron.



Hastío 

Aquí sigo apretando la dentadura
erizándome la piel
con la pierna temblando
y me pesa aquello que no soy.
Pero me reconstruyo con la lucidez
la certeza de que
siendo una cosa o la otra,
esta incomodidad será la misma
siendo yo lo que ahora 
o lo que traiga el futuro.




manergo

Por manergo

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