Biografía:
(Piura, 1976). Estudió Comunicación en la Universidad de Piura, donde ganó los juegos florales –mención poesía– en los años 1997 y 2000. En el 2015 publicó su poemario Tras la voraz canícula, año en el que también obtuvo una mención honrosa en el IX Concurso Nacional de Poesía José Watanabe Varas, organizado por la Asociación Peruano Japonesa, por su poemario Viaje a las islas hormigas. En el 2021 publicó Fides poética. Poemas suyos han aparecido en Insana virtud. Muestra poética reciente de la posmodernidad (2016), Ausente ardor de arena y algarrobos. Antología de la poesía piurana contemporánea (2017) y en revista literaria Ergo (2021). En el 2020 con su microcuento “Peluches” obtuvo el primer lugar en el concurso Historias de cuarentena, organizado por la Municipalidad Metropolitana de Lima.
Sus poemas:
Resumen En el Cuerno de África hay un escándalo mundial, de las europas rancias se exporta un laicismo antidios, los EE.UU. en crisis son una república bananera, a Asia y Oceanía las vemos tan lejos desde Lima, Perú donde aún se cuecen habas. Desvaríos de un peruano modesto hasta la quintaesencia Ciudadela de soberbias edificaciones y de hombres de sabiduría empírica sus estériles mujeres claman piedad con el rezo frecuente de padrenuestros. Algunos niños caminan inflados, otros vuelan a la intemperie como gallinazos en los parques los perros legañosos mean el disfraz asqueroso de la muerte quien quiere hacerse sentir con su carga de desaliento y desesperanza. Apresados entre cristales traslúcidos sus viejos ídolos nos llevarán a la ruina con estruendosas carcajadas cuando venga la marea negra de la pornografía y no saben que les espera un juicio implacable como cópula en la oscuridad. Los perros se alejan en una nube de polvo amarillento y esos niños ahora son drogos que, en su abandono o autodestrucción, leen prensa atrasada sentados en la cumbre de sus horas generadoras de espasmo y sensibilidad patriotera. Nos llegó una carta furibunda y dice que la lucha es por restablecer el orden, unos feroces escupitajos para los jueces avaladoras de votaciones espurias y por toda la pestilencia del poder que los obnubila hasta el final del día, y como un propósito casi vano han de ponerme paños como un bálsamo las flores medran cerca de una materia orgánica en descomposición el detritus sube a mis narices si uno de izquierda fagocita a uno de derecha en los cerros circundantes la bóveda gris se desploma sobre los desempleados sus caras llenas de oprobio revelan que se manejan con tretas o mangonetas luego maquinarán contra esa vieja dialéctica hegeliana del amo y el esclavo no somos los errantes del terruño abrasador sino de la ciudad pretenciosa en zigzag escapamos ante la evidencia de la podredumbre de la vida nacional con la chatarra acumulada en las casas el precio del desdén será muy alto. Un séquito variopinto atropella y su pasado retorna convertido en desmemoria así se pierde la buena fe de lo claro y vendrá el asomo de la desesperación. Puedo confesar que al poner el CD más triste de una de mis bandas favoritas se me vinieron ilusiones periclitadas por un sopor canicular que me anunciaba un pétalo sangriento como rojo espectro. ¿Me he vuelto acaso masoquista?; ¿de dónde esa lóbrega resaca, a esta hora, si la algarabía se tornó en estupor? Nos alumbraba el resplandor de velones y cirios cuando oímos muy lejos el plañidero lastimero del perro de la casa pero fue el dolor del mordisco de un coimero el que nos dejó inconscientes en una celebración macabra. Cuesta creerlo y sin querer caigo en la vorágine de ilustres desconocidos o en las manos de un concupiscente que ha vagado herido en las sombras. Recordar duele mucho, es cierto, y recuerdo banderas con crespones negros los apósitos de telaraña para tanta angustia y la comida indigesta de un lugar por eso no me podrán convencer de la existencia de la ciudad teratológica cuando las palomas picotean sobre un charco de vómito en la acera. A quinientos metros a la redonda todo era escombros y de pronto se escucha un sonido corrosivo, inmisericorde, porque dentro de poco las lluvias se abatirán como un castigo sobre la larga cola de mujeres menudas que caminan envalentonadas con ollas vacías al amparo de una noche cerrada y no es que estén a punto de un colapso gravitatorio o tengan horror al vacío sino que hoy tienen la desangelada cadencia de un bolero de Ibrahim Ferrrer que canta no como elevando plegarias al cielo de grises atmósferas góticas sino que es el que se parapeta tras una añagaza de falso samaritano en la reminiscencia lejana que el mundo parece vivir bajo un peso enorme para acallarnos solemnemente cuando nos envuelve la frustrada tibieza la sensación del caos pende de un hilo melancólico y ata nuestras diferencias o nos deja un recuerdo en sepia pegado con la miel entre los labios, o con otro vampiro licántropo hasta otra mañana grisácea y lluviosa. Breve historia de la corrupción en el Perú Esta bestia de orígenes coloniales engendró y parió sin dolores a virreyes, caudillos, presidentes y dictadores. Este Leviatán en ciclos de bonanza esparce sus heces de dineros ilícitos, tráfico de influencias y crímenes no resueltos. Y ya ves que la impunidad también se esconde en los bolsillos profundos de jueces y fiscales y de los prófugos artífices de sus triquiñuelas. Sobre el fondo la sangre trasluce sus afanes y ahora sé que la ficción era más pura y más ingenua. En qué trinchera inverna lo verdadero y lo noble. Desde cuál balcón me hablará tu dios de la coima acompañado de burócratas con su lenguaje dolosamente técnico. Es mejor pertenecer al partido del inca (“ama sua, ama quella, ama llula”). Porque después de todo, todos tratarán de fugarse luciendo bien pero bien llenos de enfermedades. A las 6 a.m. pasa el camión recolector de la basura. El Congreso seguirá en estado embarazoso tanto en su pasado lejano como en el más reciente y los lobos rapaces de la política seguirán ahí con su jaqueca opresiva y su borrón y cuenta nueva. Las épocas del guano, del salitre, del caucho, de la harina de pescado y del boom inmobiliario todas terminaron para bien y para mal de este saqueado país y yo solo quiero volver a los textos de Porras y Basadre. Gastronomía peruana La del peruano calato no es una carne a despreciar pero siempre es mejor servirla en hilachas menuditas con la espesa sangre y el hígado amargamente triturado verán que hará salivar a quienes una vez lo ningunearon esos peruanotes que cocinan sus mandatos y poderes en torno a la despensa y el recetario de este país donde se suele exorcizar el fantasma del hambre (siempre acechante) con papas de muchas formas y colores sino la sangrecita que se mueve hasta que se seca muerto y desangrado el animal que haría relamerse a los mismísimos dioses Wiracocha y Pachacámac al margen de los fogones hemos “pijchado” hojas de coca las toxinas liberadas y el aceite que nos salta en la cara al refreír las carnes de todos los peruanos sin distinción o hervirlas a toda velocidad en litros y litros de pisco acholado y luego servirlas en plato hondo con pedazos de rocoto acompañadas con arroz muy graneado hecho en olla de barro esos aromas despertarán los sentidos incontrolables de las generosas deidades que ya dan señales de hambre y saciedad para luego sentir el orgasmo perenne que nunca aceza. Bazar suelo en el centro de Lima Vendo las mariposas amarillas de García Márquez Las pipas sin tabaco de Sartre y de Günther Grass Los puros de Lezama Lima Los hipopótamos de Vargas Llosa Los guantes de box de Cortázar Las mujeres jóvenes de Neruda Las gafas redondas y de montura fina de Pessoa El bastón de Borges Un cuaderno de dibujos de Lucho Hernández Los lentes oscuros de Sábato El Volkswagen celeste de Nicanor Parra El miedo de Ana Frank La escopeta de Hemingway El ángel de Ocongate de Rivera Martínez La luna llena de García Lorca Los hondos gritos silenciosos Silvia Plath Las cabras de Miguel Hernández Los arcángeles comunistas de Alberti El cuervo negrísimo de Poe El dolor metafísico de Vallejo El poema en forma de pájaro de Eielson El amor uranista de César Moro El silencio enfermizo de Westphalen La tierra baldía de Eliot El tocadiscos sin aguja de Joyce El mal aliento de Onetti Algunos pelos de las barbas de Whitman Y también de la calva de Ginsberg Las muelas picadas de Góngora El sueño encarcelado de Oquendo de Amat Una pelota de cuero de 24 paños de Parra del Riego Las espuelas del gallo de pelea de Rulfo La bacinica quiñada de Martín Adán La bala del suicidio fallido de Baudelaire El crucifijo de oro de Santa Teresa La sotana raída pero limpia de San Juan de la Cruz El traje de diplomático de Rubén Darío Un halcón disecado de Horacio Quiroga Los huaynos en vinilo de Arguedas El cianuro de potasio con whisky de Leopoldo Lugones El seimei y el kimono de Akutagawa La espada y las vísceras de Mishima El cráneo trepanado de Apollinaire Los ojos azules de Rimbaud Algunos puchos y ceniceros de Julio Ramón Ribeyro Las fotos tomadas con cámara hechiza de Eguren El raído jubón de Cervantes Las lolitas de Balthus El misticismo mesiánico de Rilke Las tradiciones en salsa verde don Ricardo Palma La amargura anárquica de Gonzales Prada. Al finalizar la tarde había vendido poco al mejor impostor, el resto de merca la abandoné en la calle, pues la policía municipal me persiguió por estar prohibido, en el centro histórico, el comercio ambulatorio, pero comprobé que pocos leen en esta ciudad de m. (Independencia, 27 de diciembre de 2018) Nota: Estos poemas pertenecen al poemario La república falaz. Té para tres Con un mal día a cuestas comieron, se hartaron y muy de madrugada lograron desatar sus temores escondidos en cualquier subconsciente rasgando el aire frío y más tarde (en horas no santas) se reencontraron sin culpas en anchos bosques y en vastas campiñas desinhibidos, decadentes, expuestos el ambicioso Julien Sorel la inquieta señora Bovary y el torturado Roskolnikov ellos y nadie más que ellos con su respiración entrecortada lograron superar los tormentos y ahora buscan ser queridos pero el mundo no entiende de misericordia. Retorna el hombre La historia lo fagocita y él se crea necesidades con sus quince minutos de fama y sus otros quince de cojudez el hombre rico el hombre pobre ser desquiciado por antonomasia que al final de sus días no tiene más recurso que el esperanzarse en fuerzas invisibles como si estas hicieran a un hombre sin doblez sujeto peregrino y viandante cargado de conciencia y realidad sujeto moral que se desdobla en sí mismo y en otro o aquel hombre erigido desde sus miserias y grandezas ya reo ya juez en el tribunal de su conciencia pobre hombre resistiendo el mal que le viene de afuera y el mal que le sale de adentro hombre que es mejor inventárselo para comprenderlo con sus dichos y hechos.
Un poco de historia,bastante realidad. Esas poesías te hacen
Replantear¿Cómo acciona? Qué hacer para en la conciencia no desfallecer?
Gracias,felicitaciones y vamos por más