Biografía:

(Pérez Zeledón, San José, Costa Rica - 1996). Estudió enseñanza del inglés en la Universidad Nacional de Costa Rica. En el 2016 se integró al Taller Literario Comelibros. Cuenta con publicaciones en revistas nacionales e internacionales como: Campos de Plumas, Collhibrí, Comelibros, Elefante Blanco, Hiedra, Ibídem, Larvaria, Materia Escrita, Mundo de Escritores, Nostos, Tóxicxs y Unión José Revueltas. Ganó el segundo lugar del Certamen Literario Brunca 2018 en la rama de poesía con su obra La última llamada y fue finalista del Concurso Literario Internacional “Savia al Mundo 2022”. Ha formado parte de antologías como: Relatos de la Cuarentena de la Universidad Autónoma de Nuevo León en México, Poesía en tiempos de pánico: Antología de poesía de Costa Rica (1982-2004), Nueva Poesía Costarricense, Fin de siglo, Primera Antología de Microrrelato del Centro Cultural de España, Los Gritos de Medea y Siglema 575 “Di lo que quieras decir” en Puerto Rico. Al sur del horizonte publicado por la editorial Nacimiento es su primer libro. 
Poemas:
EL EXTRAÑO

El extraño usa un disfraz tejido con su llanto 
para caminar por las calles donde en sus lágrimas se ahoga. 

El extraño trabaja. 
En sus sueños es un colibrí multicolor
en un campo de flores. 
De flores carnívoras. 

Al final del día, 
el extraño abre la puerta de su casa, 
pero nadie le habla, nadie lo escucha, 
nadie le hace el amor. 

El extraño camina por horas con sus ojos puestos en un cielo 
que no cabe en sus manos. 
El extraño sabe cuántos golpes se necesitan 
antes de encontrar a Dios. 

El extraño duerme en la sombra de libros olvidados 
y uso por almohada las viejas teclas de un piano
donde inclina su cabeza 
y repite la misma oración.



LLORAR
                                               Llorar improvisando,
                                                        de memoria.
                                                       —Juan Gelman

Trato de revisar dentro de mí 
pero mi alma es una habitación llena de telarañas 
sin recuerdos ni historia.

Me siento en una banca. 
Afuera los niños juegan y corren por el parque. 
Los miro fijamente.
Ninguno dice nada.

Mis manos tapan mis ojos.

Recuerdo el instante cuando yo era quien corría. 
Hoy dejo caer mi rostro.
Hoy me tiemblan las manos.

Me siento en una banca. 
Trato de revisar dentro de mí 
pero mi alma es una habitación llena de telarañas 
sin recuerdos ni historia.
Parece que los sentimientos fueron removidos. 
Pero ¿cómo se extirpa lo intangible?

Dicen que cada día pierdo la memoria; 
pienso que vivo mil vidas.
Esto es solo un sueño o quizás es real.

Estas calles por donde camino me asustan, no son parte de mí.
Quiero llorar para sentirme vivo.
Pero los recuerdos ya no salen por mis ojos.

Quería contarte algo, pero no sé si eso fue hoy o ayer.



CAFÉ

El reloj marca las 4:30 p.m.

Estaba él allí:
misma banca, misma casa,
mismo corredor deteriorado.

Las hortensias le cantan una balada. 
Él cierra los ojos.
Su cara es una hoja del viento
atrapada en su mirada.

Las manecillas rompen los pasos.
De los pasos del ayer solo quedan fotografías.

El reloj marca las 4:30p.m.

Como todos los días,
don Rogelio deja enfriar su café.
Con sus manos llenas de hortensias
espera a su amada esposa
que hace años murió.


 
SUEÑOS ATADOS

(Adentro)
Paso mis días frente a una pantalla, 
atada a una correa que devora mis oídos.

Quisiera moverme
pero estoy amarrada de pies y manos.

(Afuera)
Los niños mueven el barro.
Crean los mejores pasteles. 
Los decoran con flores frescas, 
fingen comerlos
y vuelven a empezar.

Yo observo el reloj por décima vez.
Salgo de mi habitación y me preguntan:
_ ¿Cuál es tu juego favorito?
—Fingir que tengo alas, 
vuelo alto en los cielos y soy feliz.


 
RECHAZO

Renuncio.
Renuncio a los días sin sonrisas, 
al gesto amable del hipócrita,
al silencio absurdo de un café en la madrugada, 
a dormir sin sueño,
al frío dolor de tu mirada.

Renuncio a pretender que no me duele seguir.
Renuncio a ser fantasma del miedo.

Me opongo.
Me opongo a vivir sin propósito, 
a ser polvo que se barre,
a estar cautivo en mi propia casa.

Resisto.
Resisto el dolor clavado en el pecho, 
la enfermedad que llegó sin pedir, 
las mangueras atadas a mi garganta.

Busco.
Busco un rincón donde mi sed se sacie, 
donde las palabras sean los únicos testigos de mis mortificaciones.
Donde busque ser solo yo
y no solo el espejo del rechazo.



AMO

Amo estas tardes de verano 
cuando la lluvia llega de repente
como ese amigo que toca la puerta sin avisar.

Y podríamos pasar así toda la vida 
entre melodiosos sonidos, 
chocolate caliente
y la oportunidad de terminar aquel libro olvidado.

Amo estas tardes sonrientes
donde no hay pendientes con nada ni con nadie.
Simplemente la tarde y nosotros.

Esas tardes 
donde el tiempo es puesto en nuestras manos, 
el silencio es compañía
y la lluvia sigue ahí cautelosa
jugando a las cartas con nuestros recuerdos. 



LIENZO EN BLANCO

"Hoy te busqué
En la rima que duerme
Con todas las palabras"
Gustavo Cerati

Hace días que no miraba al cielo.
Las raíces de concreto
me tenían atrapada 
dentro de esta asfixiante luz artificial.

Últimamente me siento como ese reloj 
que olvidé en alguna vieja gaveta. 
Pero hoy, justo hoy y quizás solo hoy
recordé que esté corazón de piedra
se emblandece por los colores
que cubren el horizonte al final del día.

Bajo el primer manto de estrellas 
mis pies vuelven a caminar. 

No es que súbitamente haya abandonado todo lo que vale la pena:
El café, los libros, el amor sincero, el mar. 
No he abandonado las flores, las aves, el olor del amanecer, 
el abrazo de una madre, ni las montañas a lo lejos... 
Es solo que a veces el pincel de mi vida se ensucia 
y olvido lavarlo antes de volver a empezar.



DESAPEGO

Despierto a las 4a.m.,
el galope de los primeros caballos 
dirigen mi mirada hacia afuera. 

A esta hora algunos despiertan,
otros apenas llegan a casa.
Los gallos ya preparan una sinfonía. 

A esta hora muchos no quieren salir de sus sueños
y otros no quieren salir de su bar. 

La vaca sabe que otra vez la apartarán de su hijo. 
La vaca baja la cabeza, 
deja caer una lágrima y acepta su destino. 
Lo mismo ocurre con la madre 
que escucha la alarma
para ir a trabajar.



ALICIA EN EL PAÍS DE LAS PESADILLAS

La niña arranca flores
y ríe a carcajadas.
Cree que por fin llego al cielo
pero está en la habitación de un hospital psiquiátrico.

Juega con las mangueras atadas a su cuerpo.
La duermen nuevamente antes de que logre percatarse 
que en sus manos no sujeta las cuerdas de sus globos dorados.


manergo

Por manergo

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